martes, 4 de septiembre de 2007

Trastornos Alimenticios: un flagelo silencioso

La concepción actual del individuo y los cánones de belleza impuestos socialmente han impulsado a niños y jóvenes a desarrollar patrones de conductas que pueden resultar lesivos para su integridad física y psicológica. Las exigencias de la sociedad contemporánea, las imágenes transmitidas a través de los medios de comunicación, entre otros factores, impulsan a los niños a comportamientos anormales en la alimentación. Los trastornos alimenticios no sólo comprenden a enfermedades como la bulimia y la anorexia nerviosa, sino también a la obesidad y el denominado síndrome de especialización de la comida. Es común en niños la restricción de su dieta a alimentos abundantes en grasa y proteínas, como papas fritas, hamburguesas y gaseosas.

Desde 1950, estas enfermedades comenzaron a aumentar progresivamente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los países desarrollados, la anorexia nerviosa afecta aproximadamente a uno de cada 200 jóvenes de entre 12 y 14 años. En la Argentina, el 15 por ciento de los jóvenes padecen esta enfermedad. La cifra se vuelve más alarmante al compararla con otras naciones: en España, el porcentaje de adolescentes que padecen bulimia o anorexia es del 1 por ciento y en Estados Unidos es del 3 por ciento.

Esta problemática tiene una escasa o nula importancia en los planes de salud gubernamentales debido a que estos desórdenes suelen ser condenados socialmente; no son vistos como una enfermedad sino como algo grotesco. Así, la perversa combinación de desinformación y prejuicio, hace que estos problemas no lleguen a tener suficiente fuerza social como para convencer a los funcionarios públicos acerca de la necesidad de encarar una respuesta contundente y seria.

La detección precoz de estas enfermedades es imprescindible para impedir secuelas que no solo tienen que ver con lo físico, sino con lo psicológico y el desarrollo social de la persona. En casos extremos, la ausencia de tratamiento puede desembocar en la muerte. Por eso consideramos necesaria una política pública que abarque esta problemática de una manera integral, teniendo en cuenta las realidades sociales, culturales y demográficas de todo el territorio nacional.

Nadia Alasino y David Montes

¿Cómo no desaparecer?



Construyendo redes

El pasado viernes 10 de agosto, en la ciudad de Rosario, CePEL organizó una charla debate en la cual participaron Hector “Toti” Flores, candidato a diputado nacional por la Coalición Cívica e integrante del Movimiento de Trabajadores Desocupados de La Matanza; Paula Negroni, de la Asociación Civil Causa y Efecto y Alberto “Beto” Palacios, de Aire Libre Radio Comunitaria. En el marco de la consigna “Construyendo Redes,” lo que se buscó fue conectar historias diversas sobre nuevas formas de asociación y movimientos sociales.

Con la calidez que lo caracteriza, Toti contó la Historia del MTD, el cual surgió allá por el año 1996 como respuesta al proceso de disgregación de la sociedad originado a raíz de la creciente desocupación. Este movimiento integrado por vecinos nace reivindicando la cultura del trabajo y en rechazo de las prácticas clientelistas plasmadas en los planes sociales. El germen del rechazo hacia los mismos se encuentra en la no aceptación de la imposición “desde arriba” de una situación de exclusión sistemática. En palabras de Toti “nosotros éramos trabajadores” y con los planes “nos quitaron nuestra identidad social (…) Los movimientos sociales nacen como respuesta a la pregunta sobre cómo no desaparecer”. Siguiendo sobre este tema, el militante social afirmó que los planes asistenciales son “un proyecto de dominación profundo de la sociedad” que instalan la corrupción en todos los niveles de la vida social, empezando por la familia.

La construcción de este colectivo no fue fácil por varias razones: la necesidad imperiosa, la presión ejercida por otros actores (sindicalistas, punteros políticos); alejaron del movimiento a muchos compañeros que fueron cooptados por otras corrientes de inclinación diferente tales como la CCC. Esta disgregación significó una derrota profunda de los trabajadores como así mismo una derrota cultural, ya que implicó el quiebre del valor del trabajo en la comunidad. De allí la permanente insistencia del movimiento en fortalecer la educación y la cultura del trabajo como pilares fundamentales de su lucha.

Otra de las claves de su charla fue la llamada “economía solidaria”, definida como una nueva forma de asociativismo; un espacio de construcción de una nueva identidad que no se quede en el mero reclamo, que devuelva a las personas víctimas de la exclusión, su condición de ciudadanos plenos.

Casos como este nos demuestran que la lucha persiste aun en las condiciones más adversas, sin perder la dignidad y alimentando la esperanza.

Rosario: Más que un monumento


En Rosario hay mas diferencias que las que separan a leprosos y canallas. Detrás de la exitosa Rosario de los últimos años que brilla en el Congreso de la Lengua , visitada por turistas de todas partes del mundo, llena de eventos culturales, la cuidad del boom de la construcción, existe otra…la de los barrios.
Con caminar un par de cuadras es posible cambiar el montaje del centro, por otra realidad. Realidad en la que se destacan la falta de adecuados recorridos en el transporte publico, calles en mal estado, inseguridad, falta de obras publicas y que suele reflejarse en las postales de los piquetes sobre la Av. de Circunvalación, enfrentando a los vecinos entre si.
En 2003, Rosario recibió el Premio de Naciones Unidas al Desarrollo y la Gobernabilidad , entre varias otras ciudades latinoamericanas; pero lo cierto es que aún la ciudad debe transitar un largo camino para llegar a que el desarrollo y la gobernabilidad sean completos y parejos para todas las zonas que la conforman.
La urbe, que lleva 19 años de gobierno socialista, desde 1997 emprendió un programa de descentralización de tareas, que se plasmó en la edificación de 6 Centros Municipales de Distrito, donde se llevan acabo, actividades administrativas y actividades culturales o deportivas dirigidas a la ciudadanía. Pero lo cierto es que el acceso a esas actividades no es aún masivo, existe muy poca llegada de la cultura a los barrios.
También, desde 2003, se implementó el denominado Presupuesto Participativo, que supone la participación de la ciudadanía en una co-gestión entre vecinos y municipalidad, en la que se definen las prioridades de obras y servicios a partir de los recursos existentes. Esto se lleva a cabo mediante rondas que se dan lugar periódicamente. Lo cierto es que muy poca gente conoce la existencia del Presupuesto Participativo y cómo es su funcionamiento. Las campañas publicitarias son ineficaces y no llegan a los verdaderos interesados, además de que los montos asignados son muy reducidos.
La cuidad parece concentrarse en unas pocas zonas, limitando su propio y necesario desarrollo. La falta de planificación se ve en el direccionamiento de las inversiones, concentradas en determinados sectores, aumentando el contraste. Por ejemplo el boom de la construcción se reduce a unas cuantas cuadras. Esto es un gran negocio inmobiliario que genera el aumento del precio de las propiedades de esas zonas y de los nuevos inmuebles, que son inaccesibles para la mayoría y acarrean innumerables problemas urbanísticos. Cuando se derriban casas centenarias, por otro lado patrimonio histórico, y se edifican modernos edificios, muy pocos son los que piensan en el colapso de servicios que provocaran, la falta de cocheras y los problemas de transito que eso arrastra en el centro. En momentos de crisis energéticas, con los crudos inviernos y sobre todo en los veranos rosarinos de 40º, los problemas con la electricidad o el agua aumentaran progresivamente, y no hablemos del las cloacas. También, las nuevas y gigantescas torres que están construyéndose frente al río provocan un impacto ambiental y visual que nadie regula ni controla.
Mucho se habla de la Chicago argentina por estos días, de Rosario como un modelo, una urbe que parece estar a la avant-garde. Pero el camino por recorrer es largo. Es una paradoja que una cuidad que hace de su bandera la descentralización, enfoque la mayoría de sus esfuerzos en el centro, ya que parecería que todas las políticas publicas se dirigen hacia allí. Rosario llena de turistas hace feliz a todos, pero mejor seria que todos los rosarinos tuvieran las mismas oportunidades de disfrutar de la ciudad. Es así que, en cuestión de inversiones también, el objetivo debería ser beneficiar a la mayoría de los ciudadanos.
Si comparamos a Rosario con otros lugares del país obviamente las diferencias y las ventajas estarán a su favor, pero no se trata de conformarse con eso, sino de seguir creciendo y desarrollándose de manera pareja, igualitaria e inclusiva.

Cecilia Cuenya e Inés Rosales
Proximamente será publicado en Parresía y Libertad

viernes, 10 de agosto de 2007

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CePEL